El privilegio de Adorarle

Hace unos años atrás volvía yo de un hermoso encuentro con jóvenes y al que había sido invitado para dar algunos temas en un retiro y dirigir los momentos de alabanza y adoración al Señor a través del canto. Una vez terminada la jornada de dos días, y cuando me encontraba a mitad del viaje hacia mi casa, de pronto me vino a la mente el pensamiento y la convicción a mi corazón de saber que el hecho de cantarle a Dios no era por ningún motivo el resultado de mi esfuerzo o un premio a mis capacidades. Junto con este pensamiento me vino la palabra: "Cantarle al creador es un privilegio"... y esto se repetía una y otra vez en mi mente "Cantarle al creador es un privilegio". Junto con este pensamiento me surgió, en cosa de minutos , letra y melodía de una hermosa canción que es el tema principal de mi tercer cd " el Privilegio de adorarte". Ahora que ha pasado el tiempo y vuelvo a recordar aquél evento, me doy cuenta de cuán cierta es esta frase, porque cuando el hombre es llamado a esta labor, lo es por la gracia de Dios. Nadie en este servicio se podrá jactar jamás que él fue escogido por sus méritos o por su camino de santidad. Si fuimos escogidos, fue sólo por gracia." ¡Cuán amables son tus moradas , javéh de los ejércitos ! Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de javéh! ¡ Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo! (salmo 84:1-2). Es por ello que cada vez que veo la altivez con que algunos privilegiados en este servicio a Dios se comportan frente a sus hermanos, pienso que quizás el llamado inicial lo han dejado de lado y que se están olvidando que si son algo en este servicio es sólo por gracia y no por méritos propios. Perdón señor por tantas veces que me hice el centro de este servicio, arrebatándote la gloria que sólo es tuya. Perdón Señor por el olvido de reconocer que si estamos en este servicio es por gracia venida de tí y nó por méritos propios. En esta hora, pido por todos los que compartimos el privilegio de adorarte, para que nunca olvidemos que sin tí nada somos Jesús.