La vida es hermosa si tienes a Dios contigo

Hermanos y Amigos

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Citas Bíblicas y Oraciones para los Enfermos


Citas Bíblicas y OraCIONES PARA LOS ENFERMOS


Amigos y hermanos, quiero que pienses un instante en cuanta gente en el mundo se encuentra en este mismo momento postrada en una cama, sufriendo los dolores y la angustia de la enfermedad, sin encontrarle una razón para su padecimiento.  Este pensamiento me lleva al padecer de mi propia madre que en sus últimas dos semanas de vida con un cáncer cruel  que le acompañó hasta que entregó su último aliento al Señor Jesús. Ahora que ha pasado un poco de tiempo desde que partió, me queda el consuelo de haber compartido con ella la palabra del Señor, la oración,  nuestro mutuo amor en la intimidad de nuestro hogar. Recuerdo que cuando le venían las crisis de dolor físico, me angustiaba y le pedía al Señor me mostrara la razón de para qué tanto dolor y en la oración le buscaba un sentido a aquel sufrimiento. Ahora que han pasado los meses, y en el consuelo que me trae el recuerdo de la forma dulce en que partió mi Guadalupe, me inunda de paz la certeza de saber que su dolor no fue en vano y que a través de el, ella sembraba para eternidad y que completaba con y por su sufrir, los sufrimientos que nuestro salvador padeció en la cruz por su salvación y la de todos los creyentes.

Por el consuelo y la paz que en su momento recibimos nuestra familia y madre, con la lectura de la palabra y de la oración, es que quiero compartir con ustedes algunos textos bíblicos, oraciones y un estudio, respecto al sentido que debemos darle al dolor los cristianos, con la esperanza que todo esto les sirva de ayuda en la situación difícil que están viviendo y que traigan consuelo, sentido y esperanza al postrado y sean de ayuda para quienes los acompañan.

Juan Pablo II dijo alguna vez, dirigiéndose a los enfermos: “Vosotros tenéis que desarrollar una tarea altísima, estáis llamados a completar en vuestra carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia (Col 1, 24). Con vuestro dolor podéis afianzar a las almas vacilantes, volver a llamar al camino recto a las descarriadas, devolver serenidad y confianza a las dudosas y angustiadas. Vuestros sufrimientos, si son aceptados y ofrecidos generosamente en unión de los del Crucificado, pueden dar una aportación de primer orden en la lucha por la victoria del bien sobre las fuerzas del mal, que de tantos modos insidian a la humanidad contemporánea. En vosotros, Cristo prolonga su pasión redentora. ¡Con Él, si queréis, podéis salvar el mundo!” (Juan Pablo 11, Turin, 13-lV-1980).

Amigo, Dios no es ajeno a tus dolores y por medio de su palabra quiere hacerte saber que está a tu lado en medio del trance que hoy te toca vivir. Mi Dios no es uno que encuentre gozo en el dolor de sus creaturas y sus corazón se duele con tu padecer. Para ti que sufres la esclavitud de la enfermedad y para aquellos que quieran llevar  una palabra de alivio y consuelo a quienes sufren está dedicado este artículo.

 Qué dice la palabra de Dios


·                    Valor redentor del dolor: 2 Cor.
·                    Misterio del dolor: Job 42, 1-6.
·                    Coger la Cruz y seguir a Cristo: Lc 9, 23.
·                    El sufrimiento de aquí abajo no tiene proporción con la gloria del cielo: 2 Cor   4, 17.
·                    En el "mundo nuevo" no habrá ya dolor, ni pena: Apoc 7, 17; 21, 4.
·                    Oración de un afligido: Salmo 102
·                    El Señor es mi pastor: Salmo 23
·                    Paciencia y confianza: Eclesiástico 2:2-6.
·                    "¡Ten confianza en el Señor! ¡Ten valor, no te desanimes! ¡Sí, ten confianza en el Señor!" Salmo 27:14
·                    "Pero tú Señor, eres mi escudo protector, eres mi Gloria, eres quien me reanima." Salmo 3:4
·                    "Tú Señor, eres mi fuerza; ¡yo te amo! Tú eres mi protector, mi lugar de refugio, mi libertador, mi Dios, la roca que me protege, mi escudo, el poder que me salva, mi más alto escondite". Salmo 18: 1-3
·                    "Señor, mi protector, a ti clamo. No te niegues a responderme, ya puedo contarme entre los muertos. Oye mis gritos cuando te pido ayuda, cuando extiendo mis manos hacia tu santo templo….¡Bendito sea el Señor, que ha escuchado mis ruegos! El Señor es mi poderoso protector; en él confié plenamente y él me ayudó. Mi corazón está alegre; cantaré y dare gracias al Señor." Salmo 28 : 1-2, 6-7
·                    "Bendito sea el Señor, que con su amor hizo grandes cosas por mí en momentos de angustia. En mi inquietud llegué a pensar que me habías echado de tu presencia; pero cuando te pedí ayuda, tú escuchaste mis gritos  Salmo 31 : 21-22
·                    "Recurrí al Señor y él me contestó, y me libró de todos mis temores. Los que miran al Señor quedan radiantes de alegría y jamás se verán defraudados. Este pobre gritó y el Señor lo oyó y lo libró de todas sus angustias. El angel del Señor protege y salva a los que honran al Señor." Salmo 34: 4-7
·                    "¿Por qué voy a desanimarme? ¿Por qué voy a estar preocupado? Mi esperanza he puesto en Dios, a quien todavía seguiré alabando. ¡El es mi Dios y Salvador!" Salmo 42:5
·                    "Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza; nuestra ayuda en momentos de angustia. Por eso no tendremos miedo, aunque se deshaga la tierra, aunque se hundan los montes en el fondo del mar, aunque ruja el mar y se agiten sus olas, aunque tiemblen los montes a causa de su furia." Salmo 46: 1-2
·                    "Cuando tengo miedo confío en ti. Confío en Dios y alabo su palabra; confío en Dios y no tengo miedo." Salmo 56:3-4
·                    "Yo canto al Señor, que me da fuerzas. ¡Él es mi Salvador!" Salmo 118: 14
·                    "A ti clamo, Señor, y te digo: ‘Tú eres mi refugio; tú eres todo lo que tengo en esta vida. Presta atención a mis gritos, porque me encuentro sin fuerzas." Salmo 142: 5-6
·                    "He aprendido a hacer frente a cualquier situación, lo mismo a estar satisfecho que a tener hambre, a tener de sobra que a no tener nada. A todo puedo hacerle frente, gracias a Cristo que me fortalece." Filipenses 4: 12-13
·                    "Por eso no nos desanimamos. Pues aunque por fuera nos vamos deteriorando, por dentro nos renovamos día a día. Lo que sufrimos en esta vida es cosa ligera, que pronto pasa; pero nos trae como resultado una Gloria eternal mucho más grande y abundante. Porque no nos fijamos en lo que se ve, sino en lo que no se ve, ya que las cosas que se ven son pasajeras, pero las que no se ve son eternas. Nosotros somos como una casa terrenal, como una tienda de campaña no permanente; pero sabemos que si esta tienda se destruye, Dios nos tiene preparada en el cielo una casa eternal, que no ha sido hecha por manos humanas." 2 Corintios 4: 16-18, 5: 1-2.
·                    "Dios ha preparado para los que lo aman cosas que nadie ha visto ni oído, y ni siquiera pensado." 1 Corintios : 9



Otros textos sobre la enfermedad y el sufrimiento
                       Presencia del dolor y de la enfermedad en el mundo

Podríamos decir que 5 son las causas de las enfermedades que afligen a los hombres:
1.      Aumentar sus méritos, como aconteció con Job y los mártires;
       2.       Conservar su humildad, de lo que es ejemplo San Pablo combatido por Satanás (2 Cor 12)
     3.      Para que conozcamos nuestros pecados y nos enmendemos, como sucedió a María hermana de Moisés (Num 12) y al paralítico de Cafarnaum (Mc 2, Iss.);
    4.      Para dar mayor gloria a Dios, como ocurrió con el ciego de nacimiento (Jn 9) y con Lázaro (Jn 11)
   5.      Principio de condenación, como ocurrió con Herodes (Hech 12) y con Antioco (2 Reyes 9)
                     
                                     Los enfermos y la mortificación

Una enfermedad sirve para purificación y un mayor acercamiento a Dios.

En ocasiones una enfermedad hace entrar en el buen camino a quien era malvado cuando sano. Igualmente puede ocurrir a propósito de otra desgracia cualquiera: La tribulación hará comprender. (Is 28, 19)
Vosotros tenéis un puesto importante en la Iglesia, si sabéis interpretar vuestra situación difícil a la luz de la fe y si, bajo esta luz, sabéis vivir vuestra enfermedad con corazón generoso y fuerte. Cada uno de vosotros puede entonces afirmar con San Pablo: "Completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo, a favor de su Cuerpo que es la Iglesia." (Col 1, 24) (Juan Pablo II, Sobre la fortaleza, Aud. gen. 15-XI-1978.)
Muchos son mártires en cama. Yace el cristiano en el lecho, le atormentan los dolores, reza, no se le escucha, o quizás se le escucha, pero se le prueba, se le ejercita, se le flagela para que sea recibido como hijo. Se hace mártir en la cama y le corona el que por él estuvo pendiente en la cruz. (San Agustín, Sermón 286)
 

ORACIONES POR LOS ENFERMOS

I

YO EN LA CAMA, TU EN LA CRUZ
¡Jesús, Jesús! Yo en la cama y Tu en la cruz.
Yo en la cama, acostado; Tu en la cruz, clavado.
Yo, la cabeza en blanda almohada; Tu, la tuya, de espinas coronada.
Yo, quejándome; Tu, animándome.
Yo, sin pensar que mis dolores unidos a los Tuyos, tienen un valor infinito.
Tu, anhelando sufrir más para pagar nuestros pecados.
Jesús, Jesús, yo en la cama y Tu en la cruz.
Jesús, creo en ti. Jesús, espero en ti. Jesús, voy a ti.

II

CREO EN TI
Cuando llega la dificultad y las pruebas, en los momentos de angustia, de duda o enfermedad, es bueno decir al Señor que seguimos creyendo en El.
 Señor, Tu siempre me has dado la fuerza necesaria,
y, aunque débil, Creo en Ti.
Señor, Tu siempre me has guardado En la prueba,
Y, aunque estoy en ella, creo en Ti.
Señor, Tu siempre me has dado la paz de cada día,
y, aunque angustiado, creo en Ti.
Señor, Tu siempre has alumbrado mis tinieblas,
Y, aunque no tengo luz, creo en Ti. 

III

ACEPTACIÓN DE LA ENFERMEDAD I
Señor Jesús, la enfermedad ha llamado a la puerta de mi vida: una experiencia dura, una realidad difícil de aceptar. No obstante, te doy gracias por esta enfermedad: me ha hecho tocar con la mano la fragilidad y la precariedad de la humana existencia. Ahora miro todo con otros ojos: lo que soy y lo que tengo, no me pertenece, es un don tuyo. He descubierto qué quiere decir depender, tener necesidad de todo y de todos, no poder hacer nada solo.
He vivido la soledad y la angustia, también el afecto y la amistad de tantas personas. ¡Señor!, aunque me es difícil, repito: "¡Hágase tu voluntad!". Te ofrezco mis sufrimientos y los uno a los de Cristo Crucificado.
Bendice las personas que me asisten y las que sufren por mí. Amén.

IV
ACEPTACIÓN DE LA ENFERMEDAD II
Ayúdame, Señor, a obtener el fruto espiritual que Tú pretendes con esta enfermedad que me has enviado. Haz que comprenda que las enfermedades del cuerpo me ayudan a conseguir un conocimiento más perfecto del mismo, a desprenderme de todo lo creado y me invitan mediante la espontánea reflexión que trae consigo, sobre la brevedad de la vida, a trabajar con más empeño y seriedad en preparar mi alma para la vida futura donde no existe ni enfermedad ni pena, sino el eterno gozo de tu compañía. Esto lo pido en tu dulce nombre mi Jesús, amén

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