Nacimiento de Jesús
"Aconteció en aquellos días, que se
promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese
empadronado. Este primer censo se hizo
siendo Cireneo, gobernador de Siria. E iban todos para ser empadronados, cada
uno a su ciudad.
Y José subió de Galilea, de la
ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por
cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su
mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos
allí, se cumplieron los días de su alumbramiento.
Y dio a luz a su hijo primogénito,
y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para
ellos en el mesón.
Había pastores en la misma región,
que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se
les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor;
y tuvieron gran temor.
Pero el ángel les dijo: No temáis;
porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os
ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto
os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un
pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes
celestiales, que alababan a Dios, y decían:
!!Gloria a Dios en las alturas, Y
en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!
Sucedió que cuando los ángeles se fueron de
ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta
Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado.
Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño
acostado en el pesebre. Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho
acerca del niño. Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores
les decían. Pero María guardaba todas
estas cosas, meditándolas en su corazón. Y volvieron los pastores glorificando
y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había
dicho." (Mt. 1.18-25)
Jesús,el Mesías, el hijo de Dios,
ha llegado, aleluya!!! Esa sensación de esperanza y alegría que llena el alma del creyente hoy, ha venido marcando a los fieles desde el día de su primera venida.
En el humilde establo de Belén vino
al mundo ante el corazón extasiado de sus padres. El asno y el buey le dieron
calor. Fue creciendo como todos los niños, pero dotado de una sabiduría
sobrenatural. Llegó a los treinta años. Empezó a predicar una doctrina nueva.
Un revolucionario del amor, que llegaba con un discurso diametralmente
diferente a todo lo escuchado hasta ese entonces: "Amaos los unos a los
otros". Nadie le entendía. De hecho, lamentablemente aún hoy, muchos siguen
sin entenderle. ¿Cómo pensar que es verdad esa religión del corazón sin fecha y
sin patria, esa invitación a sentirnos parte de todos los seres de la tierra,
cuando lo decretó junto al Pozo de Jacob en conversación con la samaritana?
Su nacimiento partió en dos la
Humanidad, un antes y un después. Partió en dos las conciencias humanas:
creyentes y no creyentes. Su doctrina es la esencia que queda haciendo
abstracción de las imperfecciones a lo realizado por la Humanidad. Jesús no fue
un dogmático ni un teólogo.
Es el creador de una religión del
sentimiento puro. Y esta idea del joven Maestro ha sobrepasado el nivel de
mediocre bondad más allá del cual nuestra especie humana no ha podido elevarse.
Por eso somos incapaces de comprenderlo. Sólo podemos admirarle y amarle.
¡¡¡Feliz cumpleaños, mi amado Rabí de
Galilea!!! ¡ Felíz navidad hermanos y amigos!
Gabriel Salgado
tiempodealabanza@gmail.com