YO SOY
Cuando Moisés, le preguntó a Dios quién era, cómo debería llamarle, El Creador le respondió: "YO SOY EL QUE SOY." (Éxodo 3, 13-14). Para nosotros que somos finitos es difícil que entendamos esta expresión ya que con el intelecto y desde lo material nunca lograremos tener una comprensión acabada de lo infinito.
Nosotros, los seres humanos, tenemos principio y un fin, Dios no los tiene.
El es. Por sobre el tiempo que nos rige Dios es.
Desde esta perspectiva, desde nuestra finitud, los sucesos y eventos de nuestra vida los podemos dividir en tres grandes grupos: los que pasaron, los actuales, es decir, los que ocurren ahora y que este instante nuestros sentidos están percibiendo, y aquellos que están por suceder.
Para los que andan sin Dios, el sólo recordar lo que pasó les ocasiona dolor, pues saben que saldrán a juicio cuando venga el día que Dios tiene señalado. Los eventos del presente son de angustia y lo porvenir es obscuro y les mueve a desesperación, ya que es muy poco lo que pueden hacer para poder variarlo.
En cambio, para los que tenemos una relación de dependencia y de amor con Jesús, lo malo de nuestro pasado ha sido lavado por su Sangre Preciosa y echado a lo profundo del mar, en donde ya no hay más memoria de ello; el presente, es motivo de confianza y de dar gracias, y en cuanto al futuro, descansamos seguros en las promesas que nuestro Creador tiene para nosotros sus hijos. Promesas más firmes que los cielos y la tierra: las promesas de Dios, escritas en su Santa Biblia.
Miremos más en profundidad. En muchísimos hombres y mujeres de nuestro tiempo, existe una tendencia de vivir inmersos en sucesos del pasado o proyectados elucubrando posibles escenarios de su futuro. Y esta peligrosa propensión domina tanto a creyentes como a no creyentes haciéndoles no disfrutar el real sentido de la vida que es el aquí ahora.
Millones de seres humanos en este mismo instante y a lo largo de generaciones cometen el grave error de vivir sus vidas sin vivir realmente y desperdiciando el aquí y el ahora quieren vivir lo que no están viviendo, proyectándose siempre al futuro o arraigados a los recuerdos.
Casi se podría decir que no están en la vida, más bien se encuentranhundidos en la ilusión.
Mis hermanos, ¡despertemos! No podemos perdernos en amarguras de pasados y miedos del futuro. La vida fluye del Padre continua y gratuitamente y hay que vivirla en presente, disfrutarla. Pero esto es duro para quienes se dejan llevar por los dos peligros o tentaciones antes mencionados. El pasado, con sus remordimientos de "hubieras debido actuar de manera distinta a como actuaste, hubieras debido decir otra cosa de lo que dijiste”; pero aún peor que nuestras culpas son nuestras preocupaciones por el futuro, esos miedos que llenan nuestra vida de "¿qué pasaría si?"... "¿y si perdiera mi trabajo?, ¿y si mi padre muriera?, ¿y si faltara dinero? ¿Y si la economía se hundiera? ¿Y si estallara una guerra?" ¡y si el mundo se terminara el 21 de diciembre del 2012?... Los "si" con los "hubiera debido" nos persiguen como un tormento. Como decía el sacerdote y escritor católico, Henri J. M. Nouwen: " Los “hubiera debido” con los “si” son los que nos tienen atados a un pasado inalterable y hacen que un futuro impredecible nos arrastre. Pero la vida real tiene lugar aquí y ahora.”
Dios es Dios. Lo pasado, lo presente y lo futuro está en sus manos y por lo tanto lo que ocurrirá ya es de su conocimiento y el vela por la seguridad de cada uno de nosotros sus retoños y no permitirá que mal alguno nos acontezca.
Como planteamos al comienzo de esta reflexión, para Dios no hay pasado ni futuro, el está fuera del tiempo y este no tiene efecto en su esencia.
Lo pasado para Él está, desnudo, tan fresco y presente como nuestro presente y futuro y el deseo que brota de su corazón es que vivamos en plenitud cada instante del presente que nos toca.
Es por ello, que nuestra invitación es que
vivamos nuestras vidas en el aquí y el ahora, que eso es lo real. Jesús mismo
nos lo dice cuando nos declara que cada día tiene su propio afán.”… No
se preocupen por el mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene
bastante con su inquietud.” (Mateo 6,34) El pasado ya no está ni podemos hacer
nada para cambiar lo que ya fue; el futuro no existe. Por lo tanto, lo único
real es el presente y en vivirlo de la mejor manera es a lo que debemos aspirar.
Ese es el principio de la felicidad y el deseo que brota del corazón del Señor,
buscando con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra
mente agradarle y alabarle siempre. ¡Qué felicidad más grande es vivir!
Recibiendo por misericordia de su vida en abundancia. (Juan 10:10).
En esta hora vengo a tu presencia para entregarte la persona que soy.
A tus plantas dejo mi vida y te pido perdón por todas aquellas cosas de mi pasado que son motivo de vergüenza para mi vida y por aquellas que causaron dolor a otros. Perdóname Señor. Y por tu intermedio pido perdón a todos los que causé dolor.
Mi presente te pido que lo dirijas con tu sabiduría y amor y en cuanto al futuro, por medio de esta oración quiero manifestarte mi absoluta confianza en los planes que tu, mi creador, tienes preparados para mí.
Que donde tú estés esté yo junto a ti.
Se que eres un Dios fiel y que cuidas de tus creaturas. Y es por ello que en esta hora me entrego sin dudarlo a tus amores, mi Salvador.
Todo lo pido y espero
En el nombre de Jesús mi Señor.
Amén