Queridos amigos y hermanos: Muchas veces en mi caminar
con el Señor, me he sentido angustiado con la idea de no saber si mi vida y
forma de proceder están siendo del agrado del Maestro o no. Y esta duda se
agranda cuando me encuentro con hermanos que tienen una visión del Padre, como
un Dios severo y castigador, que nos mira cada instante en búsqueda del menor
error para castigarnos y restar puntos para entrar al cielo.
En lo personal, creo que por méritos nadie puede
entrar a la presencia del Padre ni mucho menos formar parte de su familia…Todo deviene de su misericordia y su plan de
salvación para con nosotros sus hijos es que dependamos enteramente de EL. Esta
premisa es simple, pero nosotros los hombres
nos encargamos de complicar las cosas y más aún las espirituales. Es por ello que te invito a que te tomes un momento
para reflexionar y re descubrir que hay:
1. Descubre que Dios, en su amor, tiene un
plan de salvación diseñado exclusivamente para ti.
El amor
del PADRE por ti no tiene medida y EL quiere que tú experimentes su paz y vida en una intima relación con
EL: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida
eterna”
(Juan 3:16). 2. Para alcanzar sus gracias tenemos un enorme obstáculo por franquear.
Nuestros pecados, egoísmos y debilidades han provocado un abismo sin medida entre DIOS y nosotros que nos impiden que sus bendiciones y amor lleguen a nuestras vidas: “por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). El problema se agudiza ya que nada de lo que hagamos nos va a permitir cruzar el espacio que nos separa de Dios. Buenas acciones, ser miembro de una iglesia, bautismo son todos pequeños puentes que no van a ningún lugar. Nuestro problema es peor. Somos muertos espirituales. “Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 6:23).
3. La solución de Dios: Jesucristo
EL Padre,
en su gran amor por ti y por mí, envió a su propio hijo, que con sus brazos
abiertos en cruz pagó con su vida el precio por nuestros pecados y se
transformó en único puente que franquea el abismo hacia el Padre. “Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por
los impíos. . . Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que
siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:6, 8). 4. Pídele a Jesús que sea tu Señor y Salvador.
Sólo pidiéndole a Jesús que se transforme en tu Rey y Señor, puedes cruzar el puente desde un mundo lleno de muerte y dolor hacia uno pleno de vida, alegría y esperanza. Al cruzar el abismo pasas a formar parte de la familia de Dios: “Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo, porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:9, 10).
5. Descansa en la perfecta paz de Dios.
La Biblia dice: "Justificados,
pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor
Jesucristo” (Romanos 5:1). “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en
Cristo Jesús" (Romanos 8:1).
Oremos:
Si
quieres recibir la paz y amor que sobrepasa todo entendimiento, te invito a
hacer esta sencilla oración. Con todo el corazón dile al Señor:
"Señor
Jesús, reconozco mis pecados, debilidades y que no soy nada sin ti. Necesito
que vengas a mi vida y me lleves de este mundo lleno de penas, faltas de
perdón, soledad, enfermedades y frustración, al mundo de los hijos de Dios. Es
por ello que en esta hora te confieso y te nombro como mi único Rey y Señor. Grito al mundo que tú, mi amado Jesús
moriste en mi lugar en la cruz para perdonar mis pecados. Yo sé que tú mi Cristo
¡vives, vives! Ya que la muerte se rindió ante ti. En esta hora, renuncio a
satanás y a todas sus obras y quiero que tú me des la vida que ahora necesito y
por toda la eternidad seas mi único Señor.
Amen."
5
Pasos para perseverar y no decaer…
1. Procure
leer Biblia todos los días. “No
sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mateo 4:4).
2. Hágase
el hábito de guardar unos minutos al día para conversar con Dios. “Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la
voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:17, 18). Orar es conversar con Dios.
3.
Confiese sus pecados. Los cristianos católicos tenemos la gracia de poder acudir a un
sacerdote para reconciliarnos con Dios…No olvide que este es un sacramento
instituido por el mismo Jesucristo. Que alivio para el alma es el escuchar por
boca del sacerdote: “Por en ministerio que me ha dado la iglesia, en el nombre
de Jesucristo te perdono tus pecados”. “Si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados
y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9).
4.
Cuente a otros la maravilla que es ser parte de la familia de Dios. Jesús mismo lo dijo:
"Vuélvete a tu casa y cuenta cuán grandes cosas ha hecho
Dios contigo” (Lucas 8:39).
5. Participe en su
iglesia más cercana y congréguese con otros creyentes. “No dejando de congregarnos, como algunos tienen por
costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se
acerca” (Hebreos 10:25).
Gabriel A. Salgado P.
Un saludo desde El Salvador desde mi blog www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com
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