“El salmista busca Dios en el Silencio"

Saludos queridos amigos y hermanos. Esta es la segunda entrega del tema: ¿Artistas o Salmistas?, cuyo primer capítulo lo entregamos hace unas semanas con el título: ¿Cuál debe ser es la espiritualidad del músico Cristiano? Esperamos que sea para clarificación y edificación de vuestro servicio. Aquí está entonces el capítulo II de esta entrega titulado:

" El salmista busca Dios en el Silencio" Definitivamente Dios sabe cómo trabajar con los jóvenes impacientes por aprender música, sólo hace falta volver a la fuente de comunicación y empezar todos en el mismo espíritu que paradójicamente es el silencio. El silencio es tan importante porque nos ayuda a entender que una canción cantada a destiempo, cuando no estamos en sincronización con Dios, desafina. Cuesta trabajo. A los jóvenes no les gusta guardar silencio ni por un segundo: absortos en el radio, los discos, la televisión, computadora y los mismos estudios mantienen ocupada la atención del joven... porque no les gustaría lo que escucharían. Hace falta atreverse a escuchar el silencio, enfrentar la realidad. La clave está en no apresurarse, en este caso a obtener bellos sonidos y canciones a la par de una guitarra. El silencio es esencial, pero esto no quiere decir que sea lo único, el Señor nos enseña con sabiduría cuándo se debe callar y cuando se debe hablar (o cantar) Ec. 3:7 Si quieres entregar tu música al servicio del pueblo de Dios, de su comunidad; necesitas escuchar primero ¿cómo vas a ayudar si no sabes percibir en qué se necesita de tu ayuda? Dios quiere ser escuchado también, necesitamos aprender a distinguir su voz de entre las múltiples voces que a menudo nos rodean para poder transmitirla a los demás. Para esto no es necesario tener la mejor o más educada voz ni los más costosos equipos ni la mejor ubicación en la Iglesia. No luches contra el silencio de Dios, escúchalo, respétalo, vive con él y transmite lo que Dios está ansioso por expresar a través de tu canto. "EL Salmista es Solidario” "SEREMOS RECONOCIDOS COMO DISCÍPULOS DE CRISTO POR EL AMOR QUE DAMOS A LOS DEMÁS" Dentro de nuestra vida musical misionera se nos viene pronto a nuestra mente a los muchos que nos han acogido en sus hogares en diferentes partes. En la abundancia y escasez, todos ellos compartían con nosotros lo que tenían como verdaderos hermanos en Cristo. Lo anterior me mueve a reflexionar acerca de la solidaridad y la caridad cristiana que son una expresión de nuestro encuentro personal con Dios. El amor que podamos dar a los demás, es lo único que prueba que somos amados por Dios. La construcción del Reino de Dios nos convoca a superar las barreras creadas por las clases sociales, las barreras geográficas, las denominaciones de los grupos artísticos y los movimientos dentro de nuestra misma religión... De nada nos sirven las grabaciones, los conocimientos musicales, los viajes, la tecnología que usamos, si realmente no existe un compromiso con los demás. La música que cantamos y lo que hacemos por los demás se devuelve como el eco. Recibimos el eco de nuestra voz y de nuestras acciones. ¿Eres generoso con tu trabajo artístico? ¿Te has sacrificado por el otro? Ya muchos músicos de Dios hemos compartido como vivimos problemas financieros para poder cubrir las deudas que traen las producciones artísticas y hasta algunos sacrificamos la familia y las comodidades de salud, alimento, entre otros, por cantarle Dios y por predicar la Buena Nueva. Pero nos anima el saber que "Dios ama al que da con alegría". Jesús se presenta ante nosotros de muchas formas, ¿Le has respondido? ¿Le has ayudado a aquellos que lo necesitan? A veces lo que creas más insignificante puede cambiar la vida de otro. No hace falta una catástrofe natural, o un acto de terrorismo, o un acontecimiento especial como lo narraba al comienzo para practicar la caridad. Lo podemos hacer todos los días con nuestros amigos, nuestra familia, nuestros vecinos, con los compañeros de trabajo, en fin con toda la gente que nos rodea; así es como predicamos con ejemplo. Igualmente, como comunidad católica no nos olvidemos de intercambiar ideas ante cualquier acontecimiento, para descubrir juntos los valores más importantes de nuestro que-hacer evangelizador musical. Es triste ver como en muchos casos cada artista trata de salir adelante solo, como una rueda suelta, a la deriva.sin darse a la sociedad. Empecemos por conocer a los demás grupos, de acercarnos y de ayudarnos mutuamente como comunidad artística de Dios. No nos dejemos absorber por el trabajo diario, no nos de pena o miedo darnos a los demás, abrir nuestro corazón a los demás. Dar, dar y dar , solo de esta manera olvidamos el amor propio para entregarnos al servicio de Dios y del otro. Con pequeñas manifestaciones de amor a Dios y a los demás podemos desterrar el odio y el egoísmo que nos rodea logrando la convivencia fraterna. Muchos hemos experimentado el amor de Dios a través del hermano y de otro lado, muchos también hemos sentido la alegría de servir y de donarnos a los demás de otras maneras. Querido salmista, procura iluminar tu vida cristiana con la solidaridad, el servicio y la alegría. Cuando eres solidario haces el bien y creces con tu hermano que trabaja con el mismo instrumento, de esta manera crecemos todos musical y espiritualmente. Estarás practicando la solidaridad: Si escuchas y respondes generosamente a la voz de tu hermano que te pide ayuda. Si sabes leer, interpretar y cantar los hechos que afligen tu entorno local y mundial.

Si te comunicas con el alma, con la fuerza que da solo el Espíritu de Dios. Si con tu voz o instrumento llevas vida y amor a quien lo necesita. Si sientes y comprendes el dolor del otro como algo propio, además de expresarlo en tu música. Si te dejas tocar por una obra artística y por su mensaje de esperanza, amor y paz. Si das consuelo, esperanza, renuevas las fuerzas perdidas, entregas paz y alegría con lo que haces.

Así concluímos la 2ª parte de esta entrega.No se pierdan la poarte 3 de nuestro tema enel intertanto les pedimos orar por nuestro ministerio que nosotros oraremos por ustedes Bendiciones en Jesús y María: Gabriel

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